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LOS MALOS VECINOS

      Amas a los árboles porque entre sus innumerables virtudes te gusta su sombra. Luego plantas un árbol siempre que puedes, puedes,  y te lo permiten. Mi amarga experiencia, no sé si darle cuerda o no, me es tan pesarosa el recordarla, que me pregunto qué es lo bueno que podría aportar a los demás. Esos tristes recuerdos respecto al tema de la replantación, cuando la afrontas por libre, se remontan a aquel año en que a cada uno de mis hijos le dieron una catalpa en la escuela. Son árboles de hojas acorazonadas, grandes como paipáis. El objeto era plantar las catalpas antes de que acabaran secándose en su macetita de plástico. La catalpa no es oriunda de nuestras tierras; Pero debe de ser muy fecunda, fijaos en sus vainas, es una leguminosa y hubo plantones para todos y cada uno de los pequeñuelos del cole. Nuestras catalpas acabaron siendo plantadas furtivamente, una a cada uno de los lados de esos caminos tan poco transitados que unen una aldea con otra, aquí, en algún lugar de est
   Podemos hablar de la Memoria y de La desmemoria. Dijo Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que quien olvida su historia está condenado a repetirla. Me refiero a La Ley de Memoria Histórica, a hacernos recordar hasta la saciedad por ley, que es algo así como decir que se pretende que sigamos recordando a la fuerza. Y oímos una y otra vez de los agravios.    Me pase parte de la niñez y luego la adolescencia oyéndole a mi madre hablar de los represaliados, de los mártires de la guerra como ella decía, de un bando. Y ahora tengo por fuerza cada vez que salto de canal y caigo en cualquiera de los canales del Estado que oír la historia, según algunos no dicha, ni contada del otro bando. Pero ¿Porqué no hablar de LA MEMORIA DE LA RECONCILIACIÓN? ¿Porqué no hablar de LA MEMORIA DE LA PAZ? ¿Tanta vergüenza nos da?     Dios quiera que si de algún modo nos hemos olvidado de haber visto a nuestros padres y abuelos, aquellos que vivieron el horror de una guerra y que padecieron de verdad sus
 Hay tantas cosas que podrían mejorar nuestra calidad de vida. Imaginaos en el campo santo en el momento de dar sepultura a cualquiera de nuestros seres queridos, y que el albañil sacara una batidora de mortero para hacer la masa que une los ladrillos y sellar el nicho. Pongo este ejemplo para hacer fácil la forma en que evaluamos el impacto que tienen el ruido y las vibraciones en nuestro día a día. No es necesario morir ni tener que enterrar a nadie para apreciar el valor de la tranquilidad y el silencio. Hace años trabajo con gente mayor. Y si por algo me gusta este trabajo es por la tranquilidad de las rutinas. Y que una persona ya mayor, como cualquier hijo de vecino se tenga que ver afectada por los molestos ruidos que la remodelación de un piso del centro con vistas al mercado inmobiliario conlleva, me parece intolerable. ¿Para cuándo una normativa municipal que prohíba ruidos perfectamente evitables en la remodelación de un piso? En el tiempo que llevo viviendo en est
       PELOS Y SEÑALES Y UNAS GAFAS DE VIAJE _ ¡Mamá quiero que me lleves a Cabárceno!_ gritó un niño de unos ocho años irrumpiendo como un ciclón en la peluquería de su madre._ Soy el único de clase que no ha estado todavía en Cabárceno.   _ ¿Te parece poco las vacaciones que te he prometido este año?   _ ¡A la Rivera Maya! ¡Bah! Paso. Yo quiero ver leones.   _ No estás tú hecho poco león.       El niño con su cara llena de coloretes y en chándal azul marino tiró  en cima de las coquetas butacas de la zona de espera  la pesada mochila que traía de la escuela  .   _ ¡Te he dicho mil veces que no arrojes así tus cosas! Recoge la mochila ahora mismo, y te esperas dentro haciendo los deberes antes de comer.   _ ¡Pero si acabo de salir de la escuela!_ Protestó el infante.   _ Me da lo mismo.         _ Hola Buenos días Señora. Pase usted por favor.       _ Buenos días._ Entraba en ese momento una mujer vestida muy formalmente, metidita en carnes, y de